No tendrás lo que pidas, ni podrás tener nada de lo que quieras porque nuestra propia petición es una afirmación de nuestra carencia, y al decir que quieres una cosa, únicamente sirve para producir esa experiencia concreta que es la carencia de nuestra realidad.
En cambio, la GRATITUD es la más poderosa afirmación dirigida a Dios; una afirmación a la que Dios habrá contestado incluso antes de que la pienses.
Así que, ¡nunca supliques!
La oración correcta no es la súplica, sino la gratitud.